Los restos más antiguos de pobladores encontrados en Miravet corresponden a los ibertos. entre los siglos V aC y I aC, el cerro fue ocupado por un poblado que se extendía desde la parte superior hasta la zona llamada de las caballerizas. probablemente se instaló en este lugar para aprovechar las ventajas defensivas que ofrecía. Gracias a las excavacions arqueológicas, nos han llegado restos de cerámica y de algunas construcciones de este periodo.
SAUCH CRUZ, NÚRIA,
“El control del territori en temps de guerra (1a meitat s. XIX): els sistemes defensius i les fortificacions al sud de l’Ebre i el Maestrat”,
Recerca, núm. 11, 2007. Accés a l’article.
SAUCH CRUZ, NÚRIA,
“L’entramat social del primer carlisme a les Terres de l’Ebre i al Maestrat”,
Recerques, núm. 51, 2005. Accés a l’article.
Despues de la conquista musulmana de la península Ibérica en el 711, Miravet queda incorporado a Al-Ándalus y pasa a formar parte de un gran espacio económico y cultural que se extiende hasta la India. De esta manera llegan nuevos productos y técnicas de irrigación que transforman esta zona en un productivo llano de huertas.
Esta zona del Ebro es un espacio agrícola, organizado en alquerías y protegido por un hisn o castillo, ya que la frontera con los condados cristianos está muy cercana. El hisn, conocido con el nombre de Mûrabit, estaba preparado para albergar a la población en caso de peligro. En la segunda mitad del siglo XI, al incrementarse la presión cristiana sobre la zona del Ebro, el castillo se reforzó y se acondicionó para acoger unidades militares.
Los restos arqueológicos indican que el castillo estaba formado por dos recintos con un perímetro similar al actual. El recinto superior acogía las edificaciones principales, aunque no tenía carácter residencial. En el inferior, se han encontrado restos de edificios sencillos, probablemente talleres.
MONTAÑÉS I PRINCEP, CINTA,
"El procés de fortificació andalusina a les Terres de l'Ebre".
Recerca, 2007, núm. 11, p. 11-42. Acceso al artículo.
El 23 de agosto de 1153, Ramon Berenguer IV hace donación del castillo de Miravet y los territorios que de él dependen a Pere de Rovira, maestre templario de Hispania y Provenza, en reconocimiento a su participación en la conquista.
Se inicia así el periodo de mayor esplendor para Miravet, convertido en el centro administrativo de la provincia templaria de Cataluña y Aragón, a la que estaban supeditados los templarios del Principado de Aragón, Mallorca, Navarra y Valencia.
Tan pronto como la orden del Temple toma posesión de Miravet, se inician las obras para adaptar el hisn a las necesidades de una comunidad de monjes templarios, al tiempo que se refuerza la fortaleza. Las obras debían avanzar rápidamente, porque en el año 1235 allí se reunió el Capítulo General del Temple.
Una vez estabilizada la frontera andalusí, los templarios se centran sobre todo en la explotación de sus dominios, con el objetivo de proveer de recursos a la casa madre de Jerusalén para continuar la lucha en Tierra Santa. Se envía dinero y hombres, pero también productos como cuero, lana, grano, armas y caballos. Miravet pronto destaca por ser la encomienda que más aporta dentro de la provincia de Cataluña y Aragón, ya que es un núcleo importante de explotación agraria y ganadera, pero también industrial, gracias a los molinos y los obradores que posee la orden.
Miravet tiene bajo su dominio un amplio territorio que abarca otros castillos y términos: Gandesa, Corbera, Algars, Batea, el Pinell y Rasquera. Este núcleo crece rápidamente gracias a las donaciones de nobles y particulares, que aprovechan el prestigio de la orden. Con la adquisición de Horta, Ascó y Riba-roja, pasan a dominar toda la zona comprendida entre el Ebro y el río Algars, que hoy conforman la comarca de la Terra Alta y parte de la Ribera d'Ebre.
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Templers i Hospitalers. Rafael Dalmau, 1997.
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En 1153 Miravet cae ante las fuerzas de Ramon Berenguer IV, que ya ha conquistado Lleida (1148) y Tortosa (1149). Miravet, junto con Siurana, son los últimos territorios andalusíes en caer bajo el dominio cristiano, en el espacio que acabará configurando la Cataluña Nueva.
A pesar de la conquista, la población sarracena permanece en sus poblaciones gracias a un privilegio otorgado por Ramon Berenguer IV, que les permite conservar la lengua, las costumbres y la religión. Hasta el siglo XVI, Miravet mantiene una mayoría de población musulmana que conserva su organización comunitaria y sus propias autoridades.
Disuelta la orden del Temple, sus bienes se atribuyen a la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén (1314). Con esta decisión, Miravet pasa a depender de la castellanía de Amposta y pierde el poder que hasta entonces había ostentado.
En esta etapa, el castillo de Miravet es sobre todo un símbolo del dominio señorial, centro de recaudación de tributos y prisión. La comunidad, que tiene dos casas en el pueblo, ya no lo habita. Después de la guerra civil catalana (1462-72), en la qual los hospitalarios se ponen al lado del rey Juan, el castillo deja de tener relevancia militar.
La pérdida de importancia dentro del conjunto de dominios hospitalarios hace que las reformas sean limitadas y el castillo se degrada progresivamente. A pesar de todo, se ordenan obras de mantenimiento en las que están obligados a participar los pueblos bajo su dominio, como la construcción de una torre en el recinto superior o la nivelación del recinto inferior.
La relación entre los hospitalarios y la población de la bailía está regulada por el Llibre dels Costums de Miravet, aprobado en 1319. A pesar de que el municipio dispone de una cierta autonomía a través de la aljama y el consejo, la orden ejerce el control, nombrando a los oficiales y ejerciendo el derecho de justicia civil y criminal.
El dominio hospitalario se mantiene hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX.
FUGUET I SANS,
Templers i Hospitalers. Rafael Dalmau. 1997.
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A finales del siglo XIII, el Temple, como el resto de órdenes militares, entra en crisis al ponerse en duda sus objetivos tras la caída del reino de Jerusalén. la pérdida de peso político y social del Temple coincide con campañas de desprestigio por parte de monarcas y miembros de la iglesia que ven con malos ojos los privilegios acumulados.
En 1307, instigada por Felipe el Hermoso, rey de Francia, la Inquisición inicia la persecución del Temple en Francia. El ejemplo es seguido por otros monarcas como Jaime II de Aragón, que ordena sitiar las fortalezas donde se han concentrado los templarios dispuestos a resistir mientras piden, sin éxito, la intermediación del papa Clemente V.
Mientras las otras fortalezas caen, Miravet resiste el sitio durante diez meses, bajo el mando de fray Ramon de Saguàrida, lugarteniente de los templarios en Cataluña.
La falta de agua y alimentos, así como la sucesión de deserciones, obliga a los últimos templarios a negociar la rendición. finalmente, el 112 de diciembre de 1308, los veintidós hombres que quedan en el castillo se entregan a los oficiales reales. Seis de ellos, sin embargo, se niegan a entregarse voluntariaente: fray Ramon de Saguàrdia, el comendador fray Berenguer de Santjust, dos sobrinos suyos, fray Millàs y fray Siscar.
Los templarios son detenidos y juzgados por la Inquisición. En 1312, el Concilo Provincial de Tarrgona los declara inocentes, a diferencia de otros lugares donde son declarados culpables de herejía. Dos años después, la orden es disuelta y sus bienes transferidos a la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.
Con el estadillo del conflicto entre las instituciones catalanas y la Monarquía Hispánica, el castillo de los hospitalarios es ocupado por el ejército franco-catalán con el propósito de crear una línea defensiva foortificada, marcada por el Segre y el Ebro.
Miravet se convierte en una de las principales fortalezas de la frontera del Ebro, por lo que vive diversos episodios bélicos durante el conflicto. En 1643 las fuerzas reales, capitaneadas por el marqués de Hinojosa, inician un duro ataque al castillo. Los sitiados, sin embargo, reciben el apoyo del lugarteniente La Mothe-Houdancourt que derrota a las tropas castellanas, con gran repercusión en toda Cataluña por el impresionante número de prisioneros, más de mil
En 1650, sin embargo, un nuevo ataque de las tropas castellanas desde Lleida para hacerse con el control del Ebro hace que caigan las fortalezas de Miravet y Flix. El dominio de Miravet permite a las tropas reales ocupar la orilla occidental y construir un puente en Benissanet para continuar su avance.
En el transcurso del conflicto, se inician las obras para adaptar el castillo a las exigencias de la artillería.
MUÑÓZ I SEBASTIÀ, JOAN-HILARI,
"La guerra dels Segadors a les Terres de l'Ebre (1640-1651),
Recerca, núm, 6, 2002. Acceso al artículo.
El 17 de abril de 1610, se decreta la expulsión de los moriscos de Cataluña. Hasta 1508, la mayoría de la población de Miravet había conservado la religión musulmana. Ese año, sin embargo, se produjo una conversión masiva en Miravet, Benissanet, Ascó, Vinebre y Riba-roja. Este cambio se debe, en parte, a los temores a la expulsión y, en parte, a la voluntad de mejorar las condiciones de su vasallaje, eliminando obligaciones y prestaciones personales a las que estaban obligados por el hecho de no ser cristianos.
A pesar de estar bautizados, mantuvieron sus costumbres y su religión en los lugares donde eran una comunidad mayoritaria, como es el caso de las riberas del Segre y del Ebro.
Con la publicación del decreto de 1610, se pone en marcha una investigación para determinar los cristianos nuevos que deben ser expulsados y los que no, en función de su comportamiento social y religioso. En el caso de Miravet, se ordena la expulsión de la mayoría de la población: 79 casas de un total de 110.
Los moriscos bajan el Ebro en barca hasta el puerto de los Alfaques, donde son embarcados hacia el norte de África, entre el 15 de junio y el 16 de septiembre. A pesar de todo, algunos se esconden para evitar la orden de expulsión, incluso con la ayuda del prior de Miravet, ya que para los hospitalarios significa la despoblación de Ascó, Benissanet y Miravet, con la consiguiente pérdida de importantes rentas.
Otros, en lugar de embarcarse en el puerto de los Alfaques hacia el norte de África, huyen hacia Francia, desde donde van regresando progresivamente. Dos años después de la expulsión, muchos han vuelto a Miravet, a pesar de haber perdido sus posesiones y tener que someterse a unas nuevas condiciones, por las cuales los hospitalarios reciben más rentas.
ORTEGA I PÉREZ, PASQUAL,
Musulmanes en Cataluña: Las comunidades musulmanas de las encomiendas templarias y hospitalarias de Ascó y Miravet, CSIC, 2000.
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"Usos i pràctiques social i religiosos dels moriscos d'Ascó, Benissanet i Miravet",
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Con la guerra de Sucesión española, Miravet recupera su papel como fortaleza. Después de la victoria sobre los hombres de Carlos de Austria en Almansa (1707), las tropas felipistas, dirigidas por el duque de Berwick, entran en Cataluña. La resistencia de Tortosa, sin embargo, frena el avance porque no pueden dejar a los austracistas en su retaguardia. En su ofensiva sobre Tortosa, Berwick ataca Flix y Miravet que dan cobertura a la ciudad.
Los migueletes no pueden retener el castillo que es ocupado por las fuerzas de Felipe V y convertido en cuartel militar.
Acabada la guerra, a mediados del siglo XVIII, a causa de la reorganización de las fuerzas militares, el capitán general de Cataluña ordena el abandono y la demolición del castillo, y autoriza a los habitantes de Miravet a aprovecharlo como cantera. El castillo sufre una grave degradación: se expolian muros, puertas y ventanas, el rosetón de la iglesia, el arco triunfal y la imagen de Santa María de Gracia. El altar de los templarios, en cambio, aún se conserva en la iglesia vieja.
A pesar de haberse convertido en una propiedad privada, a lo largo del siglo XIX, Miravet recupera su función militar con el estallido de las guerras carlistas. Durante este largo episodio bélico, el castillo es ocupado alternativamente por liberales y carlistas.
Durante la tercera guerra Carlista (1872-1876), el castillo se convierte en baluarte carlista, hasta que los liberales dirigidos por el general Martínez de Campos ocupan el castillo en 1875 después de un sitio de veinticuatro horas.
SAUCH CRUZ, NÚRIA,
"El control del territori en temps de guerra (1a meitat s. XIX): els sistemes defensius i les fortificacions al sud de l'Ebre i el Maestrat",
Recerca, núm. 11, 2007. Acceso al artícule.
SAUCH CRUZ, NÚRIA,
"L'entramat social del primer carlisme a les Terres de l'Ebre i al Maestrat",
Recerques, núm. 51, 2005. Acceso al artícule.
Con la desamortización de Mendizábal de 1835, la orden del Hospital pierde definitivamente la propiedad del castillo que es vendido a Antonio Santons i Vilanova, vecino de Tarragona. A pesar de ello, el castillo sigue abandonado y es expoliado en diversas ocasiones.
COT MIRÓ, ARTUR,
"Espoliacions al castell de Miravet",
Miscel·lània del Centre d'Estudis Comarcal de la Ribera d'Ebre, núm. 10, 1995. Acceso al artícule.
El castillo es abandonado y cae en el olvido hasta que la Generalitat de Cataluña lo recibe en donación y lo declara Bien Cultural de Interés Nacional en el año 1990. Tras obras de excavación y restauración, el castillo inicia una nueva etapa como monumento y se abre al público en julio de 1994.
Conferencia Tribuna d'Arqueologia 2011-2012: El castell templer de Miravet, els seus precedents i transformacions (Miravet, Rivera d'Ebre). Acceso a la conferencia.
Con la intención de frenar la ofensiva franquista sobre Valencia, el ejército republicano lanza la que será la campaña más ambiciosa de la Guerra Civil. La noche del 25 de julio de 1938, el ejército republicano atraviesa el Ebro por diferentes puntos entre Amposta y Mequinenza. Uno de los primeros sitios es Miravet, con el objetivo de ocupar el pueblo y hacerse con el control del castillo.
El ejército republicano avanza y ocupa las sierras de La Fatarella, Pàndols y Cavalls, pero la superioridad del ejército nacional, en efectivos y con e respaldo aéreo, detiene el ataque. Las fuerzas republicanas se atrincheran y resisten en una batalla de desgaste, atrapadas entre el río y el enemigo. Los combates son encarnizados. Miles de jóvenes movilizados en las últimas quintas mueren en la que se ha considerado la etapa más larga y sangrienta de la guerra.
Durante la batalla del Ebro, el castillo es utilizado como cuartel militar. Miravet actúa de punto de enlace entre el frente y la retaguardia, y sirve como base de aprovisionamiento para las fuerzas republicanas. Por esta razón, tanto el pueblo como el castillo son bombardeados en diversas ocasiones.
El 4 de noviembre, las tropas de la primera división de Navarra ocupan el pueblo, mientras las fuerzas republicanas se retiran, poniendo fin a la batalla que significa el hundimiento definitivo de los ejércitos republicanos. A partir de aquí, el avance franquista es imparable.
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